Artículo 7: Qué tiene que tener una propiedad para ser parte de mi selección

En el universo de la alta gama inmobiliaria, no todo inmueble merece ser parte de una selección exclusiva. No se trata de discriminación gratuita, sino de una visión curatorial basada en experiencia, sensibilidad y estrategia.

Una propiedad puede tener un precio elevado, pero eso no necesariamente la convierte en una pieza digna de representar. Mi labor como curador inmobiliario consiste, precisamente, en identificar aquellas propiedades que, por su carácter, ubicación, potencial o diseño, se distinguen del resto y se convierten en una propuesta con verdadero valor para compradores exigentes.

¿Qué busco en una propiedad para incluirla en mi selección? Lo resumo en estos criterios clave:

- Ubicación estratégica: No todo lo céntrico es valioso. Busco ubicaciones con historia, proyección y un entorno que conserve calidad de vida, no solo plusvalía.

- Singularidad arquitectónica o potencial para transformarse en algo único: Tanto un ático reformado con visión como una vivienda clásica con posibilidades de reinterpretación pueden tener cabida.

- Distribución lógica o versatilidad: Una propiedad que fluye y se adapta. No busco solo metros cuadrados, sino metros que cuenten algo.

- Intuición de mercado: Algunas propiedades no brillan hoy, pero lo harán mañana. Otras están sobrevaloradas por expectativas ajenas a la realidad. La intuición afinada también filtra.

Por supuesto, todo esto está cruzado con el perfil del comprador. No es lo mismo buscar una propiedad para vivir que para rentar o conservar como legado familiar.

Soy muy consciente de que detrás de cada inmueble hay una historia, un propietario, decisiones emocionales y patrimoniales. Por eso, mi filtro no juzga, pero sí selecciona. Y lo hago con respeto, profesionalismo y la clara intención de conectar propiedades extraordinarias con personas igualmente extraordinarias.

Mi selección no busca volumen. Busca sentido.